El encantador de sapientes.

De todas las formas posibles, eligió la de bolas tristes, el desencantado negador de sentimientos y se convirtió en eso, en un impoluto relator de posibles expresiones, entonces iba por la calle repitiendo cual ave maría, el siguiente versito:

No quiero ser grosero, disculpe, pero retirese
no quier ser grosero, disculpe, pero
no quiero ser grosero, disculpe,
no quiero ser grosero,
no quiero ser
no quiero
NO!(concluía gritando)

incipiente

Es soberanísima la estupidez y la delgadez casi anoréxica de la mente
no de todas las mentes, solaMENTE la de quienes no pueden pensar,
no de los inhabilitados, sino la de los que mandaron la mente a vacacionar porque no pueden darle tanto estress.
me sumo a la consigna, de no hacer nada en protesta a la vagancia de los atropellos sufridos por la Mente, esa racional rodaja de pensamiento calculada que me rompe soberanamente las PELOTAS de TENNIS.